miércoles, 10 de febrero de 2016

Entre dos Atlas


El 6 de febrero salimos hacia Taroudannt, después de pasar la mañana en la playa, por cierto, el mejor día de playa desde que llegamos a Agadir.

Esta es una región situada en un fértil valle, donde abundan los cultivos de cítricos, sobre todo, naranjas y mandarinas y otros cultivos de invernadero, entre el Alto Atlas al norte y el Anti Atlas al sur.

La carretera está en buenas condiciones, pero muy transitada por motos, bicicletas y carros tirados por animales, lo que hace que la velocidad nunca sea superior a 60 Km/h, pero... no hay prisa.

La indumentaria de las mujeres también va cambiando. Las chilabas dan paso al chador de múltiples colores, pero el más representativo de la zona es el azul índigo, que ya sólo lo usan las señoras más mayores.




En el campamento Le Jardín de la Koudya intercambiamos información con Georges, o Jorge como se presentó él, que pasa los inviernos en Marruecos en compañía de su esposa Jackeline.
Se alegraron al saber que veníamos de Pontevedra, ya que ellos habían pasado muchos veranos en Portonovo y tenían buenos recuerdos de Galicia.


Todos los días, en las afueras de la ciudad, se celebra un gran mercado y los domingos también de venta de ganado.



Alfarería. Los famosos tajines.


Especias.


Frutas y verduras.


A la ciudad de Taroudannt, también se le conoce con el nombre de la Pequeña Marrakech, por los 7 km. de muralla roja que rodea la ciudad. Decidimos conocer la ciudad desde una calesa. Hay que disfrutar antes de que lleguen tiempos peores...






Nosotros dos... y el guía.




Hay dos zocos dentro de las murallas, el zoco berebere y el zoco árabe, que es más artesanal y dividido por gremios.





Dejamos Taroudannt y nos dirigimos a Taliouine, adentrándonos en el Anti Atlas, para ver lo que califican, como los plegamientos geológicos más importantes de todo Marruecos.





Durante el trayecto de 119 km, vamos viendo a nuestra izquierda (al norte) el Alto Atlas, con el Toubkal al fondo, y a nuestra derecha (al sur) el Anti Atlas, con cimas que superan los 3.000 metros. Según pasan los kilómetros los 2 Atlas van confluyendo, hasta juntarse, lo que obliga a subir un puerto para acceder a Taliouine.











Nos alojamos en el Camping Toubkal, con muy buena acogida y todos los servicios, incluso WiFi en el camión, ya que tenía 2 routers, uno para la recepción y otro para el camping.

Desde el camping disfrutamos de unas vistas espléndidas.



Una visita recomendada es el Agadir d´Ifri. Los agadires son graneros escavados en las rocas. El acceso a los agadires se realizan por pistas en la que no faltan los almendros, olivos, pueblos pintorescos...

























Durante los 17 km. que nos separan de Ifri, pudimos comprobar cómo ya tienen los campos preparados para el cultivo del azafrán, para su recolección entre mediados de octubre y mediados de noviembre.

Toda la comarca de Taliouin es famosa por su azafrán que se recoge a mano, con las uñas, antes del amanecer. Incluso tienen la Maison du Safran, donde te explican vida y milagros del azafrán.

Al regresar al camping nos dimos cuenta que en algún árbol de algún sitio se había quedado la claraboya del cuarto de baño. tendremos que reponerla enseguida.





A 1,5 km. del pueblo se está restaurando esta antigua kasbah.



Vistas del Anti Atlas.







Un par de días después, salimos con dirección a Tafraoute. Nos separan 203 Km., una distancia adecuada para una jornada. Yendo con un poco de calma se puede hacer en 4 ó 5 horas, es decir, que llegaríamos a Tafraoute a las 16 horas para elegir un buen camping.

Los primeros 40 km. son de terreno llano, pero no es conveniente rebasar los 60 km/h. A continuación, la carretera discurre por la garganta de un río seco, y donde ésta atraviesa el río, está completamente destrozada. La carretera pasa junto a pintorescos pueblos.







De repente la carretera se empina para atravesar el puerto de montaña y ¡horror!, se enciende la luz de la temperatura del agua. Paro el motor e investigo qué puede ser y sospecho que se estropeó el relé del electroventilador, ya que no funcionaba con el motor parado y el contacto puesto. Dejamos enfriar el motor y con la calefacción a tope, reanudamos la marcha, parando las veces que fueron necesarias para refrigerar el motor. ¡Ese puerto no tenía fin!


Mientras se refrigera el motor, Ermi establece nuevas amistades.


Al cabo de un montón de paradas para refrigerar, llegamos a Igherm y le pregunté a un gendarme por un “mecanicien” y me consiguió uno que estaba tomando un té en un bar cercano. Le echó un vistazo y enseguida dijo "le courier", es decir, la correa del ventilador. Yo no daba crédito, porque en principio, el electroventilador actúa cuando la temperatura excede de un nivel determinado, sin intervenir la correa, pero debo estar equivocado. Le preguntaré a algún mecánico español...

Ya estaba anocheciendo cuando quedó reparado el camión, pero como aún quedaban 98 km. hasta Tafraoute, le preguntamos a un gendarme si la carretera era segura. La repuesta fue "Danger" y no lo pensamos más. Le preguntamos dónde podíamos pasar la noche y nos dijo que la podíamos pasar al lado de la gendarmería. ¡Perfecto! Al día siguiente pudimos comprobar que era realmente peligrosa y una pena perderse ese espectáculo.

Aunque la guía Trotamundos no recomienda nada en especial de Igherm, nosotros lo recordaremos por su hospitalidad.



Estamos en pleno Anti Atlas y por eso, por la noche, las temperaturas bajaron hasta 5ºC. Tuvimos que dejar encendida la calefacción para pasar la noche.

Salimos de Igherm a las 10 de la mañana, después de agradecer a la gendarmería el trato recibido.

Son 98 km. los que nos separan de nuestro destino en Tafraoute. Los primeros 25 km. son de un sube y baja constante sin bajar de la cota de 1.200 metros, sin que llame demasiado la atención, pero los últimos 70 km. son espectaculares.

Unos pueblos remotos preciosos, construidos en adobe, parecen sacados de una película. Los puertos de montaña son de vértigo, especialmente el último, que pasa de 1.900 metros a 600 metros en menos de 9 km. Desde luego es un regalo para la vista.











Fue un acierto pleno el habernos quedado a dormir en Igherm por dos motivos, uno, porque los 98 km. que teníamos por delante son peligrosísimos y dos, porque nos hubiéramos perdido una etapa realmente preciosa para la vista.

En muchos tramos, la carretera estaba escoltada por almendros.


Esta fotografía no refleja lo vertiginoso de la carretera. Sin quitamiedos, ¡daba pánico!



Nos alojamos en el Camping Granite Rose regentado por Omar, especialista en tajines, que nos recibió de una forma muy calurosa.

El camping está rodeado de altísimas montañas. Al Noroeste está el Yébel Lekst con 2.359 metros de altitud y al Sureste está el Adrar-Mqorn con 2.344 metros. Al sur está, lo que denominan, el Sombrero de Napoleón.





Hicimos una caminata de unos 18 km. entre la ida y la vuelta, para ver las "rocas pintadas".







La pintura de las rocas es obra del artista belga Jean Vérame en 1.985. Empleó 19 Tm. de pintura. Bajo nuestro punto de vista, un verdadero atentado a la naturaleza. Seguramente que no somos sensibles al verdadero arte...




Lo más interesante de todo, fueron los 18 km. de paseo.

Visitamos la "maison traditionnelle" de los berebere en Tazekka. Nos la enseñó su dueño Mahfoud, que está comprometido con el proyecto de dar a conocer la cultura berebere de la zona, incluso está arreglando alguna habitación de la maison para alquilarla a los turistas.

El acceso se realiza a través de un precioso palmeral.





La maison traditionnelle.





El molino de aceite en el interior.



Pasillo con cántaros para el agua.



La cocina estaba situada en la parte central del primer piso para repartir el calor por las habitaciones que la rodeaban.

De los animales que estaban en la planta baja, también se aprovechaba su calor que subía por grandes aberturas, que también se utilizaban para darles de comer.



La cuna de los bebés se colocaba en el pasillo lejos de los humos y se mecían desde la cocina con una cuerda.



Impresionantes vistas desde el hammam o cuarto de baño.



La terraza se usa como dormitorio en los días de calor, pero no se puede tener vértigo.



De los aperos y antigüedades, lo que más nos llamó la atención fue...





la cerradura con cilindros de madera,



los contratos de propiedad escritos en madera de arganero,



y los contratos de matrimonio escritos en la piel del cordero.



La sala más espaciosa de la casa es el salón para el té.

Hay que reconocer que Mahfoud tiene la maison en muy buenas condiciones.



También visitamos la Gacela de Tazekka, un grabado en una roca parcialmente borrado de 6.000 años de antigüedad. Se realizó una copia en una roca de enfrente hace unos 100 años.


En el pueblo de Tazekka encontramos esta casa fusionada con las rocas.


A la vuelta dedicamos el tiempo a retocar los cierres de los armarios y a reforzar algunas bisagras.


Imágenes de la vida tradicional de estos pueblos.

Dos mujeres charlando al atardecer. Aunque van tapadas hasta las cejas, su carácter es muy abierto y están dispuestas a iniciar una conversación en cualquier momento. ¡Pena del idioma!



La colada.



Marruecos tiene dos idiomas oficiales, el árabe y el amazigh. Además en el ámbito administrativo se utiliza el árabe clásico y el francés.



Otra peculiaridad de la zona bereber es que cuidan más el exterior que en el mundo árabe, en la que su mayor preocupación es lo que se encuentra de muros para adentro.



No quisimos irnos de esta zona del Anti Atlas sin hacer una excursión muy recomendada a las Gargantas de Ait-Mansour.

Como nos quedaba de paso, quisimos volver a las rocas pintadas por si había algo que nosotros no hubiésemos apreciado en la anterior visita, pero nada, seguimos sin entender este tipo de arte.



Menos mal que llevamos navegador, si no, ¿quién llega a Ait-Mansour?



Hablando de navegador, esto es más o menos, lo que tuvimos por delante los 60 km. que dura esta excursión.



Es una pena que la fotografía no refleje la realidad, pero los desniveles superan en muchos casos el 20%.



LLegada al Oasis y Gargantas de Ait-Mansour.






La pista es tan estrecha que hay que organizarse bien.



De regreso, haciendo un bucle, pasamos por este puerto, que si nos encontráramos a alguien de frente, no sé lo que hubiera pasado, porque, una vez más, la fotografía no hace justicia con la realidad.



Para llegar a tomar el tajine de bonito que le habíamos encargado a Omar, sólo nos faltaba bajar este puerto. En 2ª marcha y a 20 km/h. para no calentar los frenos.



Llegando al campamento.



Tiene buena pinta ¿verdad? Gracias Omar, por algo te llaman le mêtre du tajine.





Como tenemos que reponer la claraboya, no nos queda más remedio que regresar a Agadir, pero lo hacemos de buena gana, ya que podremos estar unos días más de playa y además la ciudad es preciosa.

Regresamos por Tiznit atravesando el puerto de Kerdous y haciendo noche en el Parque Nacional de Sisi Wassay Massa.

Hotel Kerdous de 4 estrellas, donde paramos a tomar un café, venido a menos.



Bajada del puerto Kerdous. ¡Pánico!



Un emplazamiento perfecto, al lado de una playa magnífica, aunque no la pudimos disfrutar debido al fuerte viento.



La próxima entrada será para relatar nuestra travesía por el Sahara.

¡¡¡¡Bislama!!!!