jueves, 9 de junio de 2016

Un regreso inesperado.


Como ya comenté en la anterior entrada, al encontrarnos con que Costa de Marfil y Liberia habían cerrado sus fronteras con Guinea, y no tener autorización para entrar en Mali a causa de mi trabajo, no nos quedaba más alternativa que regresar a Senegal y embarcar el camión o volver a España y replantear el viaje. Optamos por la segunda opción.

En Joal-Fadiouth les habíamos prometido a las franciscanas del Centro Assunta, que si eran ciertas las informaciones de que pudiera estar cerrada la frontera de Guinea, regresaríamos y les ayudaríamos a reparar el tejado de un local que había destrozado el viento el pasado "hivernage". Así que, paso a paso, fuimos deshaciendo el camino que tanto trabajo nos había costado realizar.

Llegamos a Tambacounda y visitamos a nuestros amigos del campamento Dimba Gnima en Tamba Sucè, que nos habían tratado muy bien en la ida.



Una constante durante todo el viaje fue la enorme cantidad de accidentes que se ven en la carretera. Muchos de ellos son debidos al estado de los vehículos, otros debido al estado de la carretera que a veces no caben literalmente dos vehículos al mismo tiempo, otros son debidos al cansancio y en muchas ocasiones ponen en manos de jóvenes de apenas 20 años, unos vehículos para los que no están preparados para conducir.



Imágenes curiosas ofrece África. Aquí vemos el transporte escolar.


y aquí como transportan a esta gallina amarrada con un pulpo.


Llegamos a Joal y las hermanas franciscanas nos reciben con mucho cariño, pero la despedida, unos días después, fue mucho más emocionante, donde una de las novicias nos leyó una carta de agradecimiento y despedida. Nos hicieron diferentes regalos, en las fotos se puede ver a Ermi luciendo un delantal con cofia confeccionado por ellas mismas, y por último interpretaron una canción y baile de despedida acompañada de instrumentos musicales. Es una pena no tener una foto de Sor Celsia tocando el Jembé muriéndose de sueño...

Vista del puente en Fadiouth que conduce al cementerio cristiano-musulmán.


A la hora de inmortalizar el acto se fue la luz,



pero no hay mal que cien años dure.


Cantos y bailes de despedida. 


A continuación pasamos unos días en Saly, visitando a nuestros amigos Maguett y Aida, con los que fuimos al concierto de Youssou Ndour.




También conocimos a Oumi, la preciosa hija de Aida.



Compartimos muchas charlas con nuestro amigo Seidou, que nos ayudó a buscar un buen hotel, el Africa Keur, para pasar unos días,





y con el que pude ver en La Riviera, cómo el Real Madrid ganaba la undécima Copa de Europa, mientras Ermi se quedaba viendo un espectáculo turístico que organizaba el pueblo de Saly.






Y justo antes de irnos de Saly, recibimos la noticia de que Maguett había sido papá, así que retrasamos unos días más nuestra salida.

Aquí está con Oumi, su mujer y su retoño.






A Maguett se le ve encantado.


El pequeño con toda clase de amuletos y talismanes de protección sobre su cabeza.


Salimos en dirección a Saint Louis, en donde queríamos pasar unos días, ya que siempre que entramos en Senegal no podemos quedarnos porque sólo nos dan un par de días para sellar el Carnet de Passage en Douane en Dakar.

Recorremos la Grande Cotê pasando por preciosos pueblos marineros como Mboro o Lompoul, donde podemos comprar pescado y marisco recién salido del mar.

Playa de Mboro.


Playa de Lompoul,


y decreto del jefe del pueblo informando quién fue su fundador y sus antecesores. ¡Curioso! Parece que la familia Sow acapara la jefatura los últimos 45 años.


Y disfrutando del paisaje llegamos a Saint Louis, acompañados por nuestro amigo Abdul Aziz Ndoye, que cuando le preguntamos si conocía algún buen electricista para solucionar un problema en la batería auxiliar que no carga el alternador, decidió acompañarnos desde Louga, donde trabaja, hasta Saint Louis que está a 70 Km. de distancia.



Después de contactar con el electricista y quedar con él para el día siguiente, nos llevó a su casa y nos presentó a su madre y a su hermana Fatou Benatou, que insistieron en que quedáramos a dormir en su casa. Un ejemplo más de la taranga (hospitalidad) senegalesa, pero les dijimos que no queríamos molestar porque nuestro camión tenía todo lo necesario para vivir en él. Lo pudieron comprobar más tarde cuando Fatou y su hijo Chegnar nos visitaron en el camión. Una familia encantadora que nos invitó a desayunar, comer y cenar en diferentes ocasiones.


Por la noche fuimos a ver un espectáculo de danza en el Centro Francés en Saint Louis.



Como teníamos tiempo para estar en Saint Louis, pedimos información sobre una excursión a bordo del buque Bou el Mogdad que hace una ruta de seis días remontando el río Senegal o río abajo, según las fechas, pero nos dijeron que sólo lo realiza desde octubre hasta mayo, ya que en esta época del año el río no lleva suficiente agua. Lo dejaremos para más adelante.


Nuestro lugar favorito para tomar un café y conectarse a internet es el Flamingo, en la desembocadura del Río Senegal con vistas sobre el puente Faidherbe, el primer puente construido sobre el Río Senegal.




También de noche es un sitio muy a petecible para escuchar buen jazz tomando un gin-tonic.



pero para tomar una cervecita seguimos prefiriendo el Harmattan.


Merece la pena pasear por esta ciudad y disfrutar viendo sus construcciones con un sabor colonial.











Con estas vistas del embarcadero entre las dos islas, decimos adiós a Saint Louis y nos dirigimos a Mauritania.


El paso por la frontera de Diama fue bastante tranquilo y poco después entramos en el Parque Nacional de Diawling, donde se pueden observar gran cantidad de especies de aves y otros animales.




Los pastores Foulani también conducen a sus rebaños a los abrevaderos de este parque.


Una vez que dejamos los márgenes del río Senegal, y tomamos la carretera asfaltada, el terreno se va convirtiendo en desierto, llegando a ser un verdadero problema para la circulación.






En uno de los numerosos controles de policía, cuando faltaban 40 km para llegar a Nouakchott, un par de senegaleses nos hacen señas para que nos detengamos, diciendo: ¡españoles, parar por Dios! Nos detuvimos y nos dicen que tienen un problema con el turbo, que llevan allí 2 días y si podemos remolcarlos hasta Nouakchott. Pasamos de ir a 90 km/h llegando a Nouakchott a una hora temprana, a ir remolcando la furgoneta, cargada hasta los topes, de Samba y Maguett, a 40 km/h como velocidad máxima, pero nosotros en Senegal no encontramos más que "Taranga" y teníamos la ocasión de devolverla con la misma moneda y no dejarlos allí tirados.

En Nouakchott les estaba esperando el hermano de Samba que nos indicó el camino para llevar su furgoneta a un taller de confianza.

Atravesar la capital de Mauritania, con sus mercados abarrotados, estos dos vehículos unidos por una eslinga, será una experiencia que recordaremos siempre. Tuvimos que movilizar a la policía para que pusiera un poco de orden en el tráfico y en ocasiones tomar direcciones prohibidas para evitar males mayores y evitar dejar taponado todo el centro de Nouakchott.



Nos alegramos de haberos podido ayudar. ¡Qué tengáis mucha suerte!


Así terminó un día que estaba destinado a ser un día monótono y pesado por tener que atravesar parte del desierto del Sahara en Mauritania y se convirtió en un día que recordaremos por aquel hombre, que ya peina canas, y que nos gritó desesperadamente: "¡españoles, parar por Dios!"


En el Albergue Menata conocimos a Edu, un madrileño majísimo que lleva 3 años recorriendo el mundo con su mochila.

Compartimos ratos de charla y me da la sensación de que volveremos a encontrarnos en alguna parte.


Paseando por el mercado en Nouakchott.


Después de un par de días en  Nouakchott, salimos en dirección Marruecos, atravesando la frontera de Guerguerat, donde nos encontramos con nuestro amigo Mouktar que nos ayudó con las formalidades de la frontera mauritana.



Lucha implacable.


Ermi hace sus "pinitos"


Frontera Mauritana, en donde como casi siempre nos encontramos con nuestro amigo Muktar Hiba, que nos ayudó con el papeleo.





Llegamos al Hotel Barbas en Bir Gandouz en la República Árabe Saharaui.



Ahora nos queda atravesar todo el Sahara que tiene anexionado Marruecos.

La carretera es muy peligrosa debido al tráfico de vehículos pesados que ocupan toda la calzada y en muchas ocasiones hay que orillar demasiado con el consiguiente riesgo de perder el control del camión. De hecho, nos hemos encontrado con varios accidentes. Uno de ellos, entre un autobús y un todoterreno, tenía una muy mala pinta.

Desde hacía tiempo que venía observando que la dirección del camión se iba hacia la derecha cuando soltaba el volante y tenía la sensación de que mientras el tren delantero iba por la calzada el tren trasero se metía en la cuneta, con la consiguiente desestabilización, así que decidimos hacer un alto en Boujdour a que le echaran un vistazo.

Efectivamente, la rueda derecha del tren trasero se había desplazado unos centímetros hacia delante con respecto a la rueda izquierda, de ahí la sensación de que el eje trasero no estuviera alineado con el eje delantero.

En algo más de una hora solucionaron el problema, utilizando medios bastante rudimentarios, pero efectivos.

Respecto a la dirección, me dijeron que era un problema de alineación y que allí no tenían medios para solucionarlo, así que lo dejaré para un poco más adelante.

Después de pasar un par de noches en el Camping Sahara Line, partimos hacia Agadir.

Hoy empieza el Ramadán para los musulmanes. Para nosotros va a significar un cambio radical en el viaje, ya que durante el día está prácticamente todo cerrado, encontrando pueblos desérticos en nuestro recorrido. Sólo a partir del ocaso vuelve la vida a los pueblos y ciudades.





Y de nuevo a enfrentarse con la arena.





Así hicimos camino pasando por El Aaiun, Tan Tan y Agadir hasta llegar a Essaouira, donde nos quedamos unos días a descansar, disfrutando de la playa dando largos paseos y darnos un masaje-hamman con nuestra masajista favorita, Nafissa.





Fuimos de tiendas, que a Ermi ya le apetecía...



Disfrutamos de las terrazas que tiene la ciudad, viendo las actuaciones de los artistas que se buscan la vida.







Después de tres días disfrutando de esta ciudad que tanto nos gusta, seguimos ruta hacia el norte, pero esta vez decidimos hacerlo por la costa, en lugar de ir por Marrakech, hasta llegar a Safi, en donde nos alojamos en el camping de la ciudad.





Una vez alojados nos dedicamos a pasear por la ciudad que tiene en su construcción una mezcla de árabe y cristiana, de hecho, aquí estuvieron asentados durante muchos años los portugueses.

Llama la atención las arcadas, la estrechez de alguna de sus calles y el color índigo en las paredes, que recuerda de alguna manera a Chefchaouen



Aquí estamos Ermi y yo, ¿me véis?








¡Qué bien te sienta el viaje! ¡Guapísima!























Buscando por internet, me encuentro este párrafo de una obra del Siglo XV del explorador andalusí, nacido en la Granada musulmana, Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, conocido por León el Africano, que aunque no deja en muy buen lugar a sus habitantes, ya era reconocida la fama alfarera de esta ciudad.

"Azafi es una ciudad situada sobre la ribera del Océano; fue edificada por los antiguos africanos y comprende cerca de cuatro mil hogares. Está muy habitada, pero es una ciudad muy inculta. En otro tiempo había en ella gran cantidad de artesanos y una cien casas de judíos. El terreno es bueno y fértil, pero sus habitantes son gente ruda que no saben plantar ni cultivar una viña; aunque sí acostumbran a plantar pequeños huertos"

Visitamos un centro alfarero en lo alto de la ciudad. Nos explicaron todo el proceso que sufre el barro, desde que entran los duros lingotes, hasta que salen en forma de ceniceros, platos, fuentes, etc.

¡A primera vista creimos que estos artesanos no tenían piernas!



Ermi "fuchicando", como siempre.





Por toda la ciudad venden alfarería.



Pasamos una tarde en la playa de Safi y al día siguiente salimos hacia Al Jadida.

Nos alojamos en el Camping Internacional que hay a las afueras de la ciudad.







Dimos un paseo por la ciudad, pero como estamos en Ramadan está todo prácticamente cerrado.





Seguimos subiendo y llegamos a Casablanca, donde se mezcla tradición con modernidad.

Quisimos hacerle el mantenimiento al camión en un concesionario IVECO que está a las afueras de Casablanca, pero sólo trabajaban hasta las 3 de la tarde y no queríamos quedarnos en esta ciudad un día más, así que continuamos viaje al informarnos que hay otro concesionario en Tánger, una ciudad en la que nos encontramos más a gusto.













Y así, pasito a pasito, llegamos a Rabat, en donde nos gusta perdernos por su zoco.













Y por fin llegamos a Tánger. Aquí permaneceremos una semana poniendo a punto el camión.

Nos alojamos en el Camping Miramonte. Un camping díficil de encontrar, pero con unas vistas y unas instalaciones excepcionales.









Dos piscinas en la zona inferior,







y una en la zona superior, al lado del restaurante.







Pero como estamos en Ramadan, no se pueden utilizar hasta la noche.



En el concesionario IVECO aprovechamos para hacerle un mantenimiento completo al camión y corregir pequeños detalles estéticos.



Y también el alineado de la dirección en un centro especializado de Pirelli.



Disfrutamos de la ciudad y de su zoco, haciendo las últimas compras.























Este centro benéfico de los Hermanos Franciscanos nos recordó al Centro Assunta de Joal Fadiouth que tan desinteresada labor hacen por los demás, así como las misiones católicas desplegadas por todo el mundo.





Lo peor del Ramadán es que, por respeto, no empezamos a cenar hasta que lo autoriza el Almuecín.



No nos ha sentado demasiado mal estos seis meses de viaje. Ermi adelgazó 5 kg. y yo 11 kg.





Y llegó la hora de dejar tierras africanas... ¡Hasta pronto!







Como queremos que el regreso sea relajado, aprovechamos para acercarnos a Gibraltar.















Otra ciudad que queríamos conocer, porque en todas las ocasiones que pasamos por allí nunca habíamos parado, es Cáceres, cuya ciudad vieja está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.











































Después de una buenísima comida en uno de esos restaurantes de la plaza...



un reconfortante gin-tonic, que eché mucho de menos durante estos seis meses.



Con este buen sabor de boca dejamos Cáceres y ponemos rumbo a casita. Adios Cáceres.



Retomamos el camino y cuando entramos en Galicia, nos dimos cuenta de que, allí, donde se pone el sol, está nuestra casa.



y están para recibirnos, nuestro ahijado Douglas y su pareja Patricia.







Hoy 24 de junio de 2016 hemos terminado, de una manera un poco forzosa, la primera fase de nuestro proyecto de recorrer el mundo.

Han sido 6 meses de viaje, más de 18.000 km. recorridos y más de 2.000 litros de combustible consumido, nos hemos desplazado en nuestro camión, en taxi, en set-place, en matatu, en carros tirados por caballos, en piragua, en moto y hasta en camello, hemos pasado mucho calor y también algo de frío, hemos disfrutado con los lugares por los que hemos pasado y hemos disfrutado con la gastronomía de cada zona.

Creíamos que iba a ser un viaje de aventuras, encontrándonos con un montón de dificultades, pero en realidad, exceptuando el paso de fronteras que siempre es complicado, ha sido un viaje de placer, ya que hemos tenido suerte con los lugares elegidos para pernoctar y pasar unos días y con la gente que hemos conocido. 

Pero lo más importante son los amigos que hemos hecho y el saco que traemos lleno de experiencias.