viernes, 29 de abril de 2016

Senegal. País Basari.


Llegar al País Basari, en el sureste de Senegal, desde el P.N. del Sine Saloum, nos lleva varios días, ya que los separa unos 500 Kilómetros aproximadamente, pero el recorrido se nos hace muy agradable. El único inconveniente es la temperatura, que a primera hora de la tarde supera los 40 ºC.

La ruta entre Palmarín y Kaolack fue completamente de arena y pistas de tierra acompañados de un fuerte viento, lo que convirtió la etapa en una dura jornada.



Pasamos la noche en Kaolack en el Auberge du Carrefour.

Por la mañana recorrimos el mercado de Kaolack, que la guía Lonely Planet recomendaba y que es el segundo mercado cubierto más grande de toda África, después del de Marrakech.

Nos llaman la atención casi todos los pequeños negocios, pero las peluquerías se llevan la palma.




De regreso del mercado, me llamó la atención este camión que estaba aparcado en Kaolack. En un lateral tenía una leyenda que me resultó curiosa. Ponía "Santo Cristo de Fisterra"


pero profundizando un poco más...


compruebo que este camión había sido de alguien de ¡¡¡MI PUEBLO!!! ¡¡¡OLEIROS!!! ¡¡¡Es como encontrar una aguja en un pajar!!!


Esta fotografía nos parece muy representativa de quién es el verdadero pilar de África. Nuestro más profundo reconocimiento a la mujer africana.


La carretera que une Kaolack con Keungheul, que es donde está nuestro siguiente campamento, está en excelentes condiciones y pudimos ir a buen ritmo.




Durante el recorrido pudimos ver numerosos poblados, cada uno más bonito que el anterior.




















Llegamos al Campamento Le Bambouck después de una jornada, no tan dura como la anterior, pero muy calurosa con temperaturas de hasta 44 ºC. Con el enfriador conectado 24 horas, en la vivienda se está razonablemente bien.



Acordamos con Thioso, el gerente, pagar 8.000 FCFA por día. Electricidad, piscina, agua potable (que embotellan) y bungalow para usar el cuarto de baño y la ducha.





Pasamos mucho rato en la piscina, que estaba a 32,2 ºC, pero suficiente para combatir los casi 40 ºC del exterior.

Actualizamos diarios, fotos y blog y pasamos aquí un día más hasta terminar. 


Al irnos de este campamento, después de dos días, comprobamos que nuestros vecinos de arriba nos habían dejado "bonito" el camión. ¡Cómo cagan estos pajaritos!




Nos pusimos en marcha relativamente temprano, con la intención de hacer el mayor número de kilómetros antes de que el sol pegara duro.




Preparando una nueva estructura del tejado.



La vía férrea que va de Dakar a Bamako nos acompaña hasta Tambacunda, donde nosotros nos encaminaremos hacia el sur.






La paja preparada para sustituir la del tejado.




Las instalaciones de un mercado.




Venta de madera al borde de la carretera.




La carretera en muy buenas condiciones, financiada por la Unión Europea, nos permite llegar a Tambacounda a muy buena hora para elegir campamento.



El presidente del país estaba de visita en Tambacounda, con lo que el desplazamiento resultó complicado, ya que la policía bloqueaba todo el tránsito.


Elegimos el Campament Ecoturistic Dimba Gnima por 3.000 FCFA la noche. Fue una decisión muy acertada porque pudimos alojarnos en medio de la población mandinga de Tamba Socè. El campamento es propiedad de Kaly Diatta y el gerente es su hermano Doudou Diatta, de la etnia malinké o mandinga. Todo lo que habíamos aprendido de wolof, aquí no nos servía de nada.





Moussa Diatta, hizo de cicerone y nos enseñó su pueblo. Visitamos “le pui”, el pozo, donde se palpa la vida del pueblo,



visitamos diferentes huertos (le jardins), entre otros, el de su madre… Las mujeres africanas son una campeonas.



Por la noche, Moussa, me invitó a ver en el patio de su casa, el partido de fútbol entre el Barça y el Valencia en Canal + Francia. Resultado 1-2.

A los niños, siempre les gusta ver a los toubabous.



La mujer de Moussa preparando un cous cous. ¿Merece o no merece un reconocimiento la mujer africana? ¡Que limpieza se puede observar con esos medios tan rudimentarios.


En este viaje, lo peor de todo, son las despedidas de la gente que ha compartido su tiempo con nosotros y nos ha permitido meternos en sus vidas.

¡Hasta siempre Idrissa Diabi! Gracias por llevarme en tu moto a Tambacounda y esperarme pacientemente en cada sitio que tenía que hacer una gestión: banco, central de teléfono, mercado, farmacia, etc. Recordaré cuando me dijiste que era "tre gentile" cuando te pagué lo que yo consideraba justo por el servicio que me habías prestado.

¡Hasta siempre Mousse Diatta! Gracias por la acogida y por habernos enseñado cómo vive el pueblo mandinga de Tamba Socè, el barrio más antiguo de Tambacounda. Gracias por acompañarnos desinteresadamente a Tambacounda y enseñarnos la "village artisanal" y el "grande marche". Y gracias por enfrentarte al taxista que quería cobrarnos el doble de lo pactado, sólo porque éramos toubabous.


¡Hasta siempre Doudou Diatta! Gracias por ocuparte, junto con el joven "barça" y su burrito, de que siempre estuviera lleno de agua el cubo de nuestro cuarto de baño.



Nuestra siguiente parada es el Parque Nacional de Niokolo Koba y hacia allí nos dirigimos.






A eso de las 11:30 llegamos al Parque Nacional de Niokolo Koba que estábamos interesados en visitar.

La visita sale a 2.000 FCFA cada 24 horas por persona, 5.000 FCFA en un único pago por vehículo y 10.000 FCFA diarias por el guía. A nosotros nos asignaron a Keita, un mandinga que no sabía hablar español, pero no tuvimos ningún problema en entendernos en francés.

El parque es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y Reserva de la Biosfera. Tiene 9.000 km cuadrados. Debido a su extensión y a que tiene demasiados árboles, es muy difícil ver animales.



Al mediodía, después de 36 kilómetros, llegamos al Campament du Lion.


Comimos allí mismo y nos dimos un baño en la piscina natural en el Río Gambia, que estaba a 34 ºC.


Ermi disfrutó como un marranillo en una charca.





Nosotros lo que vimos fueron herbívoros, facóqueros, cocodrilos, babuinos, monos y gran cantidad de aves, pero mereció la pena la visita por las vistas que ofrece el parque.










A continuación fuimos hasta el Hotel Simenti. Sus instalaciones nos parecieron mejores que las del Campament du Lion, sobre todo la cafetería con vistas sobre el Río Gambia, donde se podían observar cocodrilos.

Por la noche pudimos oír los rugidos de los leones que pululaban por los alrededores del hotel.



Lo bueno de este parque es que puedes poner pie a tierra en muchas ocasiones.



Aquí pudimos ver cientos de babuinos que montaban un escándalo fuera de lo normal.


y un leopardo en semilibertad.


Recorrimos diversos miradores, pero como los animales no querían colaborar, dimos por terminada la visita.






La carretera que va de Tambacounda a Kedougou atraviesa el Parque de Niokolo Koba, y se siguen viendo animales.



Algunas imágenes de África hay que verlas para creerlas. ¿A ver si ves a la cabra?


La carretera a partir de Dar Salam es cada vez peor y no se consiguen medias muy elevadas.


Al llegar a Moka, faltando 45 km para llegar a Kedougou, decimos alojarnos en el Campamento de Keur Annick, al borde del Río Gambia.



Pudimos ver la pareja de hipopótamos que vive allí.


Por la tarde nos acercamos con Ousman, el empleado del campamento, al río Gambia para hacer la colada y palpar la vida del pueblo. Una experiencia muy interesante.




La mañana siguiente la dedicamos a reorganizar el camión y arreglar unas luces que tenía fundidas. También intentamos arreglar el inversor de corriente, que dejó de funcionar por la noche, pero fue en vano. Lo llevaremos a un técnico en Kedougou.

Por la tarde fuimos de nuevo al río con Ousman, para hacer una nueva colada y nos encontramos con un par de muchachas malinkés sacando oro del río a unos 150 metros de la pareja de hipopótamos. Nos dimos un baño y pudimos ver cómo hacían el trabajo.


Aquí está Ermi bañándose a unos 150 metros de la pareja de hipopótamos. ¡Ya sólo le falta que le pierda el miedo a las gallinas!




Terminamos el baño descansando en nuestras hamacas totalmente sumergidas en el río. Una experiencia inolvidable.



A continuación fuimos a conocer el Campamento Solidario que está muy cerca del que nos alojamos y Makham, el gerente, nos explicó cómo funciona la ONG Campamento Solidarios. Un campamento muy bien mantenido.

A la vuelta ya se había hecho de noche, pero una preciosa luna llena, la quinta, nos acompañó de nuevo al campamento.



Al día siguiente nos despedimos de Ousman y del resto de miembros del campamento y fuimos de nuevo al Campamento Solidario para conocerlo un poco mejor y hacernos unas fotografías.





Bonito nombre de este pueblo antes de llegar a Kedougou.


Aquí también llega la tecnología, ¿por qué no? Es muy cómodo tener una bombilla en el interior de la choza utilizando la energía solar.


Por fin llegamos a la base de partida del País Basari.


Y un merecido descanso en Le Relais de Kedougou.


Y aquí empieza el recorrido por el País Basari, que incluye pueblos de la etnia Peul, Bedik y Bassari, que pretendemos que dure una semana y que nos acompañará nuestro guía Harouna.





La pista que va de Kedougou a Salemata está en muy buenas condiciones, aunque en algunos tramos está el temido "toulé ondule" que destroza los vehículos.



El primer pueblo que visitamos y que casi se puede llegar en vehículo, es Andyel. Sólo hay que subir a pie un par de cientos de metros y ya estamos en el pueblo Bedik.







Nos presentamos al jefe del pueblo, Dominic, que nos autorizó a visitarlo.

En estos días se estaba celebrando la fiesta de la iniciación. Ese día el pueblo recibía a los niños circuncidados que habían pasado unos días en el monte. Habían permanecido allí desde que se produjo la circuncisión, entendiendo que de esta forma pasaban de niños a hombres.



Una vez obtenido el permiso, pudimos deambular libremente por el pueblo regalando nueces de colá a los más ancianos que eran muy bien recibidas.



Pudimos ver cómo construían su artesanía,



como preparaban la cerveza de mijo para la fiesta



y compartir con este pueblo Bedik su vida diaria.





Al irnos de Andyel, su jefe Dominic quiso acompañarnos porque tenía interés en conocer nuestro camión. Por la cara que iba poniendo según le enseñaba todas las partes del vehículo, creo que tenía muchas cosas que contar a su gente cuando llegara a su pueblo.



Regresamos a la pista principal que va a Salemata y paramos a comer en Ibel, un  pueblo Peul, donde nuestro guía Harouna está montando un restaurante.





Después de una siesta reparadora fuimos a dar un paseo por el pueblo de Ibel











A primera hora del día siguiente nos encaminamos a Iwol, un pueblo Bedik. La subida es para gente preparada, aunque los nativos la suben como si nada.











Al llegar al pueblo en el que viven unas 600 personas, fuimos a saludar a su jefe, Jean Baptiste, que nos comentó que en el pueblo conviven 4 familias. Los Keita, que gobiernan el pueblo, los Kamara, Samoura y Sadiakhou. Estos pueblos Bedik y Basari se encuentran en estas montañas huyendo de las políticas de expansión islámica operado por el guineano Alpha Yaya Diallo. Estos grupos étnicos, que se refugiaron en las montañas Bandafassi, han huido para escapar de la matanza y conservan sus tradiciones y costumbres ancestrales. Su presencia en esta zona se remonta a finales del siglo 13 y principios del siglo 14.

Después de colaborar con una pequeña contribución, nos permite recorrer libremente por el pueblo.







El árbol sagrado de los Iwol, uno de los baobab más grandes de África.


La etnia Bedik profesa la religión cristiana, mientras los Bassari son animistas.



Tuvimos muy buenas experiencias con la gente de este pueblo, especialmente con los más ancianos, Gnano Keita, prima del jefe Jean Baptiste y la más elegante del pueblo,




Sira, una Kamara muy enrollada con la que Ermi tuvo una dura negociación para llegar a una acuerdo sobre el precio de una artesanía que le quería vender,









y el jefe de los Kamara, que se sintió ninguneado, porque nos habíamos hecho una fotografía en el árbol sagrado sin pedirle permiso, ya que él es el responsable del árbol.

Aquí, quejándose por nuestra actitud.


Aquí, una vez que nos habíamos disculpado por nuestra imprudencia y recompensado con unas nueces de colá.


A esta niña sordomuda que vendía su artesanía, la conocimos hace 7 años cuando sólo era una niña, ahora es una señorita.



Pasamos una mañana muy divertida. No es necesario hablar el mismo idioma para entenderse.









A continuación nos pusimos en marcha hacia Salemata. La pista no permite velocidades superiores a los 30 Km/h, por lo que hacer camino se hace demasiado lento, pero disfrutamos con el paisaje.



De camino, al atravesar un puente, pudimos ver este desastre. ¿Quién la sacará de ahí?


Llegamos a Salemata cuando atardecía. Nos registramos con los pasaportes en la policía del pueblo, visitamos el mercado que se celebra los martes y fuimos a alojarnos al Campamento Chez Gilbert. Nos recibió su hijo Pierre que nos ofreció aparcar a la sombra, disponer de cuarto de baño y ducha de cazo en una cabaña con electricidad 12 horas al día.




Recientemente instalaron un generador de corriente en Salemata, aunque la conducción se puede mejorar.



Al día siguiente nos levantamos temprano y después de desayunar nos pusimos en marcha hacia Ethiolo, que separa unos 7 kilómetros de Salemata.

Al principio fuimos por la pista que conduce a Guinea y a continuación tomamos un desvío que lleva a Ethiolo, donde un par de niños cargados con unos recipientes en la cabeza, quisieron hacer en camino con nosotros.



Harouna cogiendo unos mangos por el camino.





Colmenas Bassari.



Al llegar al pueblo, saludamos a su jefe, Balingo, con el que charlamos tomando unas cervezas, debajo de un mango. Nos contó algunas cosas sobre su vida y la historia de los Bassari, raza a la que pertenece su pueblo.


Después de la charla, las señoras del pueblo nos enseñaron sus trabajos de artesanía. Compramos un…, ¿cómo se podría denominar…? un tapachichi femenino y un brazalete, todo perfectamente documentado en libros que tratan de las tradiciones Bassari.


Una foto con la artesana.


Por último fuimos donde Jean Pierre trabajaba esculpiendo madera, donde pudimos comprar una preciosa máscara. En ese momento estaba trabajando en una especie de flauta de 4 agujeros, que tiene en la mano.


Pasamos una jornada muy interesante y muy trival, donde no paramos de reír, ya que Balingo es una persona de mucha conversación. Tiene mucho mundo ya que representa en Europa a grupos de danzas Bassari.


¡Hasta siempre, Balingo!


Pasamos un día más en Salemata, pudiendo participar de la vida que se desarrollaba alrededor del pozo que había al lado de nuestro camión y donde Ermi se hartó de hacer fotografías. Foto hecha desde el camión.


¡Qué niños más bonitos hay en África!





Hora de la colada un poco más allá del pozo.


Saliendo de comer un thiaboujen en un restaurante, oímos unos cánticos de unas mujeres acompañados rítmicamente por una especie de golpes secos. Nos acercamos para curiosear y nos encontramos que lo que estaban haciendo de tan buen humor, era apisonar el suelo de una nueva choza con unas palas de madera. La gente en Senegal es muy acogedora y nos permitieron compartir con ellas la experiencia.


La tecnología permite hacer cosas que hace unos años era impensable. Aquí estoy ocupándome de temas domésticos, imprimiendo un documento para firmarlo y devolverlo escaneado.


Desayunamos con Gilbert y fuimos a ver un nuevo campamento que está construyendo.







Y toca el momento de la despedida. ¡Hasta siempre, Gilbert!


Salimos temprano de Salemata con dirección a Dindefelo. 



Nos alojamos en el Campament Villageois, un campamento que gestiona la comunidad de vecinos de Dindefelo.









Camino de Dande, donde podemos ver unas formaciones rocosas que los lugareños llaman "los dientes de Dande" desde donde se divisa todo el valle del País Bassari y al fondo las montañas de los Bedik.





Visitamos las Cuevas de Dande, una enorme y espectacular cavidad esculpida en la piedra, origen de la extracción de tierra que servía de pólvora al Rey de Guinea en el siglo XIX, en su afán por islamizar toda esta región del África Occidental.





Hay que agradecer el trabajo desinteresado de muchas personas que dedican su tiempo y su dinero en beneficio de los demás. En este caso un norteamericano donó esta instalación de bombeo que funciona con paneles solares.



Yo también lo agradecí, el sol caía a plomo.



El chico de la izquierda, que también se llama Harouna, nos acompañó parte del trayecto de vuelta.



Y esta niña, fiel a la tradicional "taranga" (hospitalidad) nos obsequió con unos cajous (anacardos) que ella misma cogió del árbol.



Termiteros champiñón.



La Cascada de Dindefelo. No lleva demasiada agua porque estamos al final de la temporada seca, en unos días seguro que todo cambiará.





Con esta ducha natural damos por terminado nuestro recorrido por el País Bassari y por Senegal, en general. Al volver al campamento pudimos oír los ladridos de un babuino y los gritos de unos chimpancés que tenían alguna disputa. ¡Fue una experiencia impresionante!

Nos da mucha pena dejar este país porque en este mes y medio que hemos pasado aquí, no hemos tenido más que buenas experiencias.

Hemos compartido nuestra vida con diferentes etnias, Ouolof, Peul o Fulani, Serrere, Mandinga o Malinké, Bedik, Bassari y todas nos han recibido con hospitalidad.

Guardaremos un buen recuerdo de este país. Ojalá que lo que nos queda de viaje, nos encontremos con gente como la de este país.